lunes, 26 de noviembre de 2012

La importancia de evaluar la Formación

Cualquier buen inversor se preocupa por el rendimiento de sus inversiones. Si ésto lo trasladamos al ámbito de la Formación empresarial y damos por buena la frase que reconoce que los costes de Formación son una inversión y no un gasto, deberíamos preguntarnos si realmente comprobamos el rendimiento que ésta reporta. O dicho de otra manera, si nos preocupamos por evaluar los resultados obtenidos tras el proceso formativo.
 
 
Para que un proyecto de formación tenga éxito, resulta indispensable realizar una cuidadosa planificación que nos ayudará a identificar las necesidades formativas, establecer los objetivos, determinar los contenidos a desarrollar, seleccionar los participantes, establecer las metodologías más apropiadas, seleccionar los formadores adecuados, establecer la temporalización correcta y por último, diseñar los métodos de evaluación apropiados.
 
A menudo centramos nuestros esfuerzos en el diseño y el desarrollo de la acción formativa y no le concedemos a la evaluación la importancia que realmente tiene. Necesitamos evaluar para poder determinar la efectividad de la Formación. Si no evaluamos no sabremos si hemos alcanzado los objetivos previstos, si los esfuerzos y los recursos empleados han sido los adecuados y no dispondremos de información para tomar decisiones que nos permitan mejorar futuros programas formativos.

Ahora bien, ¿qué es lo que debemos evaluar? Donald Kirkpatrick establece cuatro niveles en el proceso de evaluación de la Formación:
  
Nivel 1- Reacción: lo que se mide es cómo reaccionan los participantes a la Formación recibida, o dicho de otro modo, la satisfacción del cliente. Este es el nivel de evaluación que más se realiza y el más sencillo de todos.
 
Nivel 2 - Aprendizaje: se trata de evaluar los conocimientos adquiridos, las habilidades desarrolladas o las actitudes modificadas.

Nivel 3 – Conducta: lo que evaluamos en este tercer nivel es la transferencia al puesto de trabajo de esos conocimientos, habilidades o actitudes adquiridos mediante el proceso formativo.

Nivel 4 – Resultados: en este nivel se trata de comprobar qué impacto ha tenido la Formación en el negocio.

Jack J. Phillips establece un Nivel 5 – Rentabilidad de la inversión: Se trata de medir el retorno de la inversión (ROI) realizada en Formación, teniendo en cuenta la inversión realizada y los beneficios económicos obtenidos gracias a los programas formativos.
 
Estos cinco niveles de evaluación se complementan y ofrecen una amplia visión de los resultados de la Formación. Al pasar de un nivel a otro, la evaluación se hace más compleja pero la información obtenida cada vez es más valiosa. El proceso de evaluación debe ir implantándose paulatinamente y sin prisas. Hay que comenzar por los niveles más sencillos, estableciendo los métodos y técnicas adecuadas para obtener el máximo de información posible e ir poco a poco avanzando hacia los niveles de evaluación más complejos.
 
Si no evaluamos la Formación no sabremos si los contenidos impartidos han satisfecho las necesidades de los participantes, si los formadores han sido los adecuados, si los participantes han alcanzado los objetivos previstos, si han aplicado al puesto de trabajo lo aprendido, o si la empresa ha obtenido los resultados previstos tras el proceso formativo. Y lo peor de todo es que sin esta información no sabremos que hemos hecho bien ni que debemos modificar, de manera que el diseño de nuestro plan de Formación se basará en intuiciones y no en información contrastada.
 
Dado que la Formación empresarial es un proceso continuo, la evaluación no debe entenderse como la última fase del plan desarrollado, sino como la primera del próximo plan de Formación a desarrollar. Trabajando con este tipo de planteamientos conseguiremos que el efecto de la Formación sea similar al de la lluvia fina. Si no se quedará sólo en tormenta de verano.
 
Autor: Juan Luis Perez

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